Viernes 20 de mayo de 2022
Algunas consideraciones sobre la incertidumbre
Las características de nuestra sociedad actual responden al reproche del emérito filósofo Zygmunt Bauman. Este reproche que luego explicó fue que la nueva sociedad representaba características particulares como “la velocidad”, “la cantidad” y “la repetición”, categoría esta última que anulaba la posibilidad de concretar la descripción del porqué en el discurso ciudadano.
Estas categorías antes mencionadas se aceleraron e impregnaron las relaciones sociales a partir del uso de las herramientas de las comunicaciones de las redes sociales. Estas comunicaciones cumplieron con todas las categorías antes mencionadas y generaron un proceso de incomunicación, o mejor dicho, de comunicación malversada.
“Mucho mucho, de cómo y no porqué”. Esto último me lo dijo un docente universitario que estaba verdaderamente preocupado por su obsesión con la herramienta comunicacional de la mano derecha. Esto último lo calificamos así porque nuestro amigo era diestro y estaba muy angustiado porque le sucedían cosas que no podía explicar con claridad.
En esta sociedad con estas características vivimos, no nos miramos a los ojos, no escuchamos el tono de nuestra voz y todos los procesos económicos, es decir, como diría un filósofo alemán “la relación material del hombre con las cosas que permite la resolución de la realidad a través de una resolución dialéctica de la misma”. Pretendo no complicarle la vida al lector, la resolución de la contradicción expresada por Friedrich Hegel cuando describe el motor de la dialéctica, decidió que dicho motor era el orden del pensamiento humano; Karl Marx dijo que era la relación material del hombre con las cosas, por eso se llamó materialismo dialéctico.
Hay procesos dialécticos descriptos en la “fenomenología del espíritu” (de F. Hegel) que no se pueden caracterizar como impulsos materialistas, pero eso sería materia de una larga discusión.
Los seres humanos de cualquier manera estamos en un ámbito social en el cual se resuelven permanentemente contradicciones que son en su síntesis más que la suma de los contrarios. Al aumentar la cantidad como dijimos y la velocidad la orfandad de resoluciones dialécticas aparece como un faltante que angustia a las personas. Esta angustia genera tensión e incertidumbre. Esta última palabreja mortal que usan permanentemente los medios de comunicación sirve para que el no compromiso en las respuestas de dichos medios y sus actores, los periodistas, permitan escribir siempre refiriéndose a lo que el otro dijo o con tiempos de verbos que implican una falta grosera de asertividad en las afirmaciones.
Nunca se describe el porqué, solo el cómo, y ese cómo no garantiza entonces la posibilidad de determinar aspectos futuros de un proceso histórico que se pretende describir sin hacerlo.
Esta descripción mal habida de todos los actores de la sociedad produce casi la misma angustia, caracterizada por la interpretación de las relaciones interpersonales que se producía en 1933 en Berlín. Este proceso fue descripto por Sigmund Freud cuando responde a la pregunta de por qué “esta gente tan bien formada y educada”, “va a votar a una camarilla que lo va a mandar a la muerte”; la respuesta de S. Freud fue un largo trabajo a Albert Einstein que caracterizó a los berlineses de la época como votantes del nazismo.
Votaron al nazismo y doce años después se escondieron bajo las piedras de la derrota.
La duda respecto del futuro nos hace ser agresivos con los que tenemos cerca y en ese proceso conformar las características de una tribu definida con excepcional virtud por Zygmunt Bauman: “ellos y nosotros”.
C.A.F.B.