UNA INOPORTUNA EPIDEMIA
El mundo está atravesando una situación desconocida y que para colmo llegó en forma más o menos intempestiva. Si bien todos los países que integran los cinco continentes sufren en mayor o menor medida el impacto en la salud de sus habitantes, para todos también significan alteraciones económicas inesperadas. Nadie podía prever esta situación, pero muchos podrán paliar sus efectos económicos por tener recursos para ello. No es precisamente el caso de Argentina.
Por ser el lineamiento de esta columna, el análisis tratará de circunscribirse a los efectos de esta catástrofe al importante mundo de las PyMES. En ese sentido, este problema permite lecturas desde varios puntos diferentes.
Respecto al problema de la salud, el tema mas importante sin duda, requiere un análisis profundo de la afectación que puede sufrir el personal en mayor o menor medida. Ni siquiera desde la enfermedad en sí, que sería lo peor, sino al menos la evaluación de las restricciones que por lógica se nos ha impuesto a todos los habitantes.
La visión desde la producción implica un gran problema en estas empresas, donde el reemplazo de operadores de cada sección no es tan fácil porque generalmente es escaso en su dotación. Hay puestos que son ocupados, en la cadena productiva, por sólo uno o dos trabajadores. Si se corta ese circuito, mayúsculos son los problemas de sustitución. Así en cada nivel o área de producción. Este mismo problema se puede generar en la propia administración, que generalmente, no se caracteriza por el excedente de personal.
Yendo al enfoque económico, se corren varios riesgos como son la falta de insumos determinados, por sobredemanda o por faltante de oferta; la baja demanda de clientes que ven también restringidos sus consumos; la alteración de la cadena de pagos, lógica consecuencia de los puntos anteriores; el traslado de este desfinanciamiento al cumplimiento de las obligaciones con proveedores; etc. Siendo así el panorama, el trabajador que puede continuar desempeñando sus tareas se ve imposibilitado de proseguir con su quehacer diario.
En ese momento se ve claramente la posibilidad en principio de adelantar vacaciones. Luego se piensa en las suspensiones. Luego el inevitable circulo vicioso: se resiente TODA la cadena de producción, tanto la de quienes proveen productos como la de los que los consumen. Y de ahí que a veces se producen faltantes: no es especulación, ni agio, ni desabastecimiento deliberado para aumentar precios. Es una consecuencia de inconvenientes muy serios imposibles de prevenir pero que desgraciadamente hoy son una realidad con la que hay que convivir.
Lamentablemente estos pocos elementos analizados dan lugar a que se empiece a evaluar por parte de las autoridades económicas la aplicación de espantosas leyes como la vieja n°20.680 de Abastecimiento, resoluciones que imponen precios máximos, controles que solo sirven para que burócratas discriminen los últimos eslabones de las cadenas de valor, etc. Para algunos analistas, esta oportunidad les sirve en bandeja a algunos funcionarios poner en práctica sin costo político alguno, este tipo de medidas que tienen muy arraigadas en sus principios de cómo funciona una economía exitosa (según ellos). Y dan lugar a implementar algunos subsidios de carácter extraordinario de dudosa legitimidad en su relación con la coyuntura. También dan lugar a que muchos de los comunicadores estigmaticen sin piedad a algunos comercios de envergadura (que pagan sus impuestos) sin analizar ni difundir lo que pasa con los pequeños informales que viven en el anonimato pero que no son noticia impactante y cuya venta al publico supera el 70% del total. Estos últimos nunca aparecen en los medios de comunicación.
Es comprensible que el Estado apele a cualquier medida que sea un mal menor. Es más: es imperativo que vaya a defender al sector pyme lo que escasamente queda de él sin heridas previas. Pero no lo es tanto que centre su ayuda en algunos sectores: pareciera que las Autoridades no conocen bien como funcionan las cadenas de valor. Recibirán ayuda algunos pocos sectores que sufren restricciones de asistencia de clientes a sus comercios, sea para pagar impuestos, personal, y unos pocos beneficios más. Pero como ninguna medida puede ni debe apuntar a aumentar la clientela, como ya se dijera, la ayuda, ¿es para paliar gastos fijos y de personal? ¿Y los proveedores de éstos cobraran con ese dinero que reciben de ayuda? Pareciera que el tema no esta estudiado a fondo. También es lógico que se de un poco mas de tiempo para solucionar tamaños problemas. Pero es indefectible que se analice con todo cuidado cada medida que se vaya tomando, sin prisa pero menos aún, sin pausa.
Y el sector productivo, ¿podrá reponer sus stocks con dinero que recuperará de sus ventas tardíamente, y para colmo devaluado? Tal vez parte de esos precios “especulativos” sean de protección futura del capital de trabajo. Porque no se puede ser tan ingenuos y hay que repetirlo: es razonable que se apele a cualquier medida que pueda paliar un mal mayor, pero la emisión de 700 MM de pesos, aproximadamente 1,1 MM de dólares, afectará el tipo de cambio y los demás precios de la economía en un plazo relativamente breve. Y que así sea, que no se atrase la paridad peso/dólar al menos para defender la exportación tan necesaria para las arcas del Estado y la supervivencia de los exportadores y de la población toda.
La circunstancia que desde hace un poco mas de un mes se estaban tomando algunas medidas paliativas para arreglar la devastada economía de nuestra querida Argentina, con tibieza y resultados inciertos, sin duda se ve hoy mas afectada por “una inoportuna epidemia”.
Osvaldo E. Dapuetto marzo 18, 2020
Una Inoportuna epidemia
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