Tapalqué asombra con sus propuestas. Las Termas han generado un gran impacto turístico creando “un antes y un después”. Gente de todas partes comenzó a llegar para disfrutar de un fin de semana a puro relax. Se suman los alojamientos, los sitios para comer algo rico, las fiestas populares que se realizan cada mes, las mateadas en el predio del Balneario Municipal o, simplemente sentarse en la Costanera a mirar la puesta del sol.
Los días 28 y 29 de septiembre se realiza en el Museo y Conservatorio Municipal la Feria del Libro, con exposición y venta de editoriales bonaerenses, diversos talleres de escritura, invitados y presentación de libros.
El sábado 16 de octubre, coincidiendo con el Día de la Madre, la Escuela Secundaria organiza en Crotto, un pueblo rural ubicado a pocos km del centro de la ciudad, una peña rural de la cual participarán artistas locales y regionales, artesanos, habrá cantina con choripán, empanadas y sándwiches de carne y todo terminará en un gran baile. Los organizadores convocan a todos a llevar sus reposeras y su equipo de mate y pasar un día diferente agasajando a la más linda de la familia.
En la ciudad también hay una intensa movida cultural y muchos de sus artistas abren las puertas de sus talleres para ir a conocerlos. Por ejemplo, tiene al Mago de los materiales reciclados.
Marcelo Quinteros es Profesor de Educación Física y, desde adolescente, ve arte en cada material que está es desuso, es como un mago que va armando y desarmando estructuras con los materiales reciclados que trae de un viejo taller de Tapalqué, si ciudad, su lugar en el mundo. Desde muy joven comenzó a soldar mientras concurría a la escuela Técnica, dónde aprendió lo básico. Hace unos años decidió hacer algo con esa pasión y así comenzaron a aparecer las primeras creaciones que hoy lo consagran como un escultor de la chatarra.
Se declara amante de la cerámica desde muy pequeño, pero revela que, en el hierro, la chapa y la chatarra encontró un mundo fascinante y a pesar de ser materiales rígidos y fríos, necesitan de la imaginación y las manos para transformarse en objetos cálidos capaces de transformarse en piezas que no precisan ser explicadas porque parecen tener alma y vida. Cada chapa, engranaje, pieza va surgiendo de la imaginación como un rompecabezas. “Es un desafío para resolver”, dice. Tras horas y horas se toma el tiempo necesario para imaginar la dimensión de su obra, si será o no un animal, una figura humana. “Siento gran satisfacción cuando termino una obra, es como una alegría total”.
El patio está ocupado por un caballo gigante, imponente. La cabeza, la musculatura, la actitud son casi perfectas. Da acariciarlo y pedirle un trote. “Veo la transformación a medida que lo voy trabajando. Muchas veces empiezo una escultura con una idea pero tengo que cambiar radicalmente el rumbo, cortar porque algo no me gusta y volver a empezar. Ese proceso que se repite, también es el camino que recorro y es lo más atrapante. Cortar y soldar nuevamente. De eso se trata. Ensayo y error. Lo importante es ajustar el ojo, ese no te traiciona, tenésque hacerle caso”, cuenta.
Marcelo recibe los fines de semana a los turistas. Es relativamente nuevo en esta cosa del arte y le gusta mostrar sus piezas que no son muchas pero se hacen ver en su pequeño taller, montado al fondo de su casa sobre la calle Udaondo. El arte se respira, se manifiesta y se luce en cada una de sus obras trabajadas con chapa, hierro, alambre, madera y chatarras. El Diego va apareciendo entre restos retorcidos y muestra sus fuertes piernas en la jugada del gol en México 86 y su torso, que aún no tiene la camiseta con el número 10.
Un cuerpo de mujer detenta sus alambres de púa. Se llama Afrodita Siglo XXI, y “nació en mi cabeza una tarde en la cual se habían producido muchos casos de femicidios lo cual me moviliza mucho porque tengo tres hijas mujeres pero, además, me cuesta entender como hay personas que se creen con el derecho de arrebatarle la vida a otro. Lo primero que pensé cuando comencé la obra es en que la misma piel que se pudiera defender de un agresor. En ese material encontré la respuesta. Me costó mucho manipular este material porque se me iba incrustando en las manos pero finalmente lo logré con ayuda de mucha gente tal como lo imaginé y luego la expuse en varios lugares”, relata.
Los tapalquenses lo acompañan en su emprendimiento y le acercan permanentemente elementos “para que los use en sus trabajos”. A veces le tocan el timbre y otras se lo dejan en la puerta de la casa.
Marcelo ama su ciudad y piensa que ahora con las Termas de Tapalqué, el pueblo va a crecer y muchos “van a llegar a conocernos y ver cómo vivimos en el campo” Hace poco fue convocado para exponer tres de sus obras en La Noche de los Museos que se realizó en septiembre en el Palacio Barolo. “Eso me puso muy contento porque mucha gente de fuera de la ciudad vio mi trabajo”.