En 1823, comenzó la construcción de lo que hoy se conoce como Fuerte Independencia, lugar donde se fundó la ciudad de Tandil, que en nombre indígena -posiblemente tehuelche- significa “Piedra que Late”. Seguramente mucho tuvo que ver en ese nombre la “Piedra Movediza”, que de tanto moverse perdió su equilibrio y se cayó. Como anécdota, hoy existe una réplica que ocupa ese lugar.
El paisaje serrano, el campo y la tranquilidad son, además de un lugar perfecto para el descanso y el relax, un polo de producción de diversos productos alimenticios de alta calidad, entre los cuales cuentan quesos y chacinados, entre otros.
La excelente gastronomía se suma al paisaje y a la cercanía con los principales polos emisores de turismo para convertirse en un imán para miles de viajeros que llegan buscando una experiencia ampliada de lo que habitualmente se define como una simple escapada de fin de semana. Tandil es un compendio de buena comida, calidad de servicios, propuestas de tendencia y entretenimiento natural para todas las etapas de la vida.
Tandil se encuentra a apenas 350 km. al sur de Buenos Aires, en el centro de la provincia y a 150 de Mar del Plata. Es una ciudad con sierras bajas de 500 metros que uno puede recorrerlas y disfrutar del paisaje. Bruno Cerone, representante del Ente Mixto de Tandil, comenta que “La gente encuentra en Tandil el placer de descubrir un lugar donde conviven todos los ingredientes para pasarla bien. Hacer una actividad recreativa en las sierras que no le lleve demasiado esfuerzo físico, como cabalgatas y caminatas por los cerros de no más de una hora y media, recorrer el Dique, los parques, ascender el cerro a pie o en automóvil. Practicar rapel o visitar alguno de los parques aéreos y tomar fotografías únicas” explica.
La ciudad cuenta con 150 mil habitantes, es tranquila en su cotidiano y mantiene las tradiciones como cualquier lugar del interior, pero también brinda las comodidades de una ciudad grande que funciona todo el año.
Cerone cuenta que, desde el punto de vista administrativo, “Tandil cuenta con un Instituto Mixto que se creó en el año 2004 /2005 y su principal objetivo es promocionar la ciudad. Se trata de una mesa integrada entre lo público y lo privado con un presupuesto mixto y ahí decidimos cuales son los canales de comunicación y cuales las estrategias a tomar para la ciudad en lo que refiere a calidad y ocupación. Esta mesa es un ejemplo para muchas ciudades porque a veces es difícil lograr la articulación entre lo público y lo privado, porque son postulados distintos. Nosotros tratamos siempre de ponernos de acuerdo para darle impronta a este lugar y apoyar la actividad turística que es tan distributiva. Las empresas turísticas del interior muchas veces tienen a su propio dueño detrás del mostrador, de la mesa, o cocinando, entonces ahí es cuando podemos percibir que busca el cliente y eso nos nutre”, comenta.
En cuanto a la oferta de hoteles y cabañas, existen decenas de alternativas, tantas como lo que el turista requiera para su estadía. En estos últimos años los complejos invirtieron mucho en calidad. La mayoría tiene ahora pileta climatizada, spa, servicios de gastronomía, desayunos especiales y actividades para niños. Pero vivir unos días en una cabaña brinda la posibilidad de conectar aún más con la naturaleza y poder dormir mirando las sierras y, mientras que en invierno a esa imagen se le puede sumar una copa de vino al lado del fuego, en verano se puede disfrutar de una cena bajo las estrellas. “Es siempre un plan ideal para parejas y familias”, aclara Cerone.
Algo para destacar es “la” especialidad que se sirven en muchas mesas de sus restaurantes y bares, las picadas. Con una larga experiencia en la fabricación de fiambres y quesos, Tandil cumple este año 10 años de la Denominación de Origen Salame de Tandil y trabaja con orgullo en la conformación del Cluster quesero del cual participan algunos de los mejores productos que hoy se consiguen en el mercado.
Un fin de semana no alcanza