PANDEMIA Y ECONOMIA
El 18 de marzo ya se adelantaban en esta misma columna hipótesis de ocurrencia en el sistema económico, consecuencia de lo que expresaba ya en ese momento el titulo “Inoportuna Epidemia”. Lo que no se preveía que esas presunciones se concretarían en solo dos semanas. Hoy ya son una realidad.
Y hoy, a la espantosa epidemia, se pueden sumar las primeros chisporroteos entre el Gobierno y los diferentes sectores de la economía.
Una serie de medidas y disposiciones emanadas del Poder Ejecutivo, de evidente buen procedimiento, empiezan a tener consecuencias de confrontaciones y perdida del sentido de ubicación frente a consecuencias no deseadas, aunque no por ello no previsibles. Pareciera que el Estado, que se ocupa mucho y bien frente a lo mas necesario y urgente como es el cuidado de la salud de la población, no está atendiendo con la misma rigurosidad y necesaria idoneidad y reflejos para ir subsanando los graves problemas que acarrea enfrentar a una de las peores crisis de la historia argentina.
El Presidente de la Nacion de muy buena gestión en esta circunstancia, que esta haciendo equilibrio entre presiones dentro de su propio gobierno y con el agregado de marcadas ausencias, y por otro lado la sociedad, está cayendo a veces en comentarios algo desafortunados. Valgan un par de expresiones como tratar al empresariado de “miserable”, de pedirle que “devuelva algo de lo que ha ganado”, y solicitar esfuerzos que van más allá de lo posible que llegan a afectar al sentido lógico de la Empresa, tal como es el de mantener su actividad lo mejor posible, mantener a su personal y al propio capital, fuente de generación de riqueza y por consecuencia lógica del ingreso monetario de quienes trabajan en las mismas, pagando además sus impuestos y afrontando gastos que no debieran serle de su incumbencia, tales como los de mantener un aparato burocrático de empleo estatal o haber permitido que el 40% de su población activa sea “informal” y que por añadidura parezca una situación normal. También parece inadecuado decir que los que más tienen “deben ayudar a los que menos disponen…” Esto último es teoría de otras ideologías.
Es el mismo Presidente y algunos de sus Ministros que no se cansan de remarcar “el esfuerzo del Estado” como si fueran ellos sus dueños. Tal vez se olviden que somos todos nosotros, los habitantes, que somos el Estado. Le piden a la actividad privada el esfuerzo a costa de sus arcas, a diferencia del Estado que solo tiene que reasignar partidas, algunas de dudosa utilidad y/o emitir más dinero para aumentar el circulante. Entre paréntesis, esta masa de dinero disponible para el gasto y sin ningún respaldo impactará inexorablemente en una variación de paridad del tipo de cambio que cada vez será más elevado.
Hoy la PyME, el sector de mayor vulnerabilidad debe decidir entre pagar sueldos, o hacer frente a impuestos, mientras la propia AFIP se muestra como distraída de su responsabilidad, mantener las pocas fuentes de trabajo que puedan, tomar eventualmente créditos que deberán devolver con esfuerzos futuros, etc., con el solo fin de afrontar una crisis que se torna implacable para muchos sectores de la población que NO pueden hacer su trabajo porque necesariamente sus puestos habituales no pueden desarrollar su actividad normal. El tan de moda “home office” esta limitado a unos pocos empleados administrativos, no a su totalidad. ¿Cómo hace un mozo de restaurant o bar, o un empleado de un comercio, o un taxista o muchísimas otros que desempeñan sinnumero de actividades para trabajar en forma remota? Además los pocos enumerados tienen su ingreso muy afectado por comisiones, propinas o demandas que hoy no existen o se ven muy disminuidas.
Entonces surgen preguntas tan incomodas como dolorosas. ¿Por qué aumentar subsidios a quienes ya no trabajaban (jubilaciones extras), que si bien son de por si paupérrimas no se ven afectadas por la falta de actividad? ¿Por qué no hacer participar del “sacrificio solidario” a los agentes de la administración publica o de los diferentes gastos superfluos en que se incurre en el enorme aparato estatal? Pareciera que solo un sector debe verse afectado.
Se extendería mucho esta nota si se enumeraran los problemas que se enfrentan y enfrentarán, vaya a saber por cuánto tiempo, cuando una economía de PyME pierda parte de un factor importante de su capital como es el de sus trabajadores, pierda el crédito bancario, se vea atosigado por vencimiento de obligaciones fiscales que fueran diferidas y que además cargan con tasas de interés que se dicen subsidiadas, etc.
Este sector de la economía, las PyMEs, tan utilizados en las campañas electorales como las que iban a ser beneficiadas con los mayores esfuerzos para su crecimiento, porque significan el 70% de la actividad, se ve en peligro. Entonces, las fuerzas políticas ¿no están poniendo en peligro a ese porcentaje de la economía?
¿Está el poder político atendiendo a ese sector que se pregonaba como que ya antes de la pandemia estaba al borde de la crisis? Estén atentos entonces en el Gobierno dónde más hay que poner el mayor de los esfuerzos.
Osvaldo E. Dapuetto 31 de marzo de 2020
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