Sobre la ocupación y la desocupación
Desde 2015 en adelante se ha producido el proceso inverso de las hiperinflaciones, es decir, primero se deprimió el salario en su capacidad de compra y luego se disminuyó sustantivamente la demanda efectiva, lo que implicó un proceso recesivo importante. Es decir, se incrementó la recesión y se aumentó la inflación. En 2015 la inflación fue del orden del 26% anual, se aumentó al doble en 2016, bajando en 2017 y teniendo hasta el 2019 una inflación del orden del 50% promedio. Esta inflación se mantuvo aun cuando el proceso recesivo no fue producto de ella.
La mano de obra en la Argentina cuando pierde su estatus de formalizada tiene problemas de reingreso al sistema laboral en función del proceso que hemos descripto anteriormente, es decir, se produce la recesión en el medio del proceso inflacionario y no como resultado de este proceso inflacionario sino que es anterior y estructural, y entonces la mano de obra queda desplazada de sus contratos no produciéndose una posibilidad de retornar al trabajo en función de varias condiciones que procederemos a describir.
El incremento de la desocupación que llegó al orden del 11% en estos años fue acompañado de un deterioro de la capacidad de compra del salario (por retrasos de ajustes) que produjo una exacerbación de la caída de la demanda efectiva, es decir, del incremento de la recesión.
Las características particulares de los centros de producción de la República Argentina hacen que si en determinadas ciudades o ámbitos de desarrollo industrial se produzcan cierres de fábricas, lo que implica la imposibilidad del traslado de la mano de obra a otros lugares donde esta mano de obra desplazada pueda suplir otras demandas y hacen que la degradación que produce en las familias y en las personas este proceso se generalice y no puedan ser recuperados para el ámbito laboral.
Siempre en economía se habló del “ejército de reserva” que se construía a partir de un indicador de desocupación, esto funciona cuando las colas para conseguir trabajo se alargan y las sustituciones de los trabajos ofrecidos son posibles. En la actualidad, esto no es sustantivo ni representa una capacidad del ámbito empresario para mantener los salarios bajos. Las especializaciones se pierden porque en este proceso recesivo e inflacionario no solo la movilidad de la mano de obra es imposible, sino que se degradan dichas especializaciones y no se vuelve a recuperar la demanda de trabajo.
Teóricamente, de acuerdo a los economistas de la década del 60 y del 70, el incremento de la demanda efectiva implicaba inexorablemente un incremento de la ocupación, esto es así en tanto y en cuanto no han sido dañados los trabajos especializados en la industria y no se han producido determinados deterioros que implicaron que los trabajadores se hayan mudado de localización y hayan tenido la posibilidad de degradar su propia fuerza laboral en empleos menos calificados.
Entonces bien, la recesión, la inflación, el deterioro de la capacidad de compra del salario, la falta de movilidad de la mano de obra en un país sobreexpandido, la precarización del trabajo y la respuesta que no da la industria porque la recesión la ha cancelado como demandante de trabajo calificado hace que la recuperación del crecimiento de la economía argentina se espere muy dificultosa y lenta.
La generación de empleo en el futuro será compleja y se nos abren alternativas de negocios para el sector industrial de dificultosa realización en función de los precios internacionales y de la capacidad exportable de la industria, que en la actualidad tiene una capacidad instalada utilizada al 50%.
Respecto de las “nuevas tecnologías” hablamos de los sistemas de distribución por vía de aplicaciones en internet. Estas, de acuerdo a la Organización Mundial del Trabajo, perderán este año 7,7 millones de empleos a nivel mundial. Nosotros en estas páginas hemos sostenido que los empleos se perderán simple, lisa y llanamente no porque haya mayor cantidad de automatización en la industria y los servicios, sino porque el PBI mundial considerado per-cápita no crece en los últimos 25 años. Lo que se ha conseguido en los sistemas de distribución automatizados es la simple precarización del trabajo. Esta generación de empleo precarizado genera también salarios medios bajos en todo el sistema capitalista y en nuestro país también, lo que garantiza que la demanda efectiva no se pueda incrementar cualitativa y cuantitativamente de modo consistente.
C.A.F.