Nueva demanda de productos y servicios
Miércoles 1 de julio de 20020
Como en cualquier parte del mundo, los niveles de recesión que se han producido en el sistema capitalista central y periférico, que se han visto reflejados en los indicadores del producto dividido la cantidad de habitantes, es decir el producto bruto per cápita, muestra una declinación alarmante. Los países centrales han generado sistemas de asalarización sumamente precarios deformando en los últimos 25 años las relaciones laborales, lo que mostró, como ya hemos dicho en estas líneas, una debilidad estructural no esperable.
La caída del salario en los últimos meses de la pandemia en EEUU y Europa, como así también el incremento de la desocupación, refleja la asertividad de los comentarios que venimos haciendo en estas líneas.
Hemos dicho en artículos anteriores, que no solo va a haber una caída de la demanda, como así también un deterioro en la capacidad de compra del salario en todo el sistema, sino también, una modificación estructural de la demanda agregada.
Desde el punto de vista de la Argentina, hemos venido diciendo que la recesión habida en 2018 y 2019 y la consignada por el INDEC en el primer trimestre de este año (27,2%) significará un golpe terrible para la economía argentina, que solo podrá resolverse con el incremento del consumo.
El incremento del consumo, que representa en la economía argentina un 70% del PBI, será ostensiblemente difícil de llevar a cabo si no se mejora la capacidad de endeudamiento de las familias, no en término de lo que ya se han endeudado, sino en términos de lo que pueden pagar y sus acreedores refinanciar. Esto es sustantivo dado que esta condición y la falta de incremento de la capacidad de compra del salario a futuro impedirá que las familias se vuelquen al consumo de productos y servicios en la economía argentina.
En el mediano plazo, la capacidad de compra del salario muy probablemente se mejore en función de que el proceso inflacionario deberá deprimirse a partir de la recesión existente, aun así en este mediano plazo va a verificarse un cambio cuali-cuantitativo de los consumos materiales y de servicios, es decir, la canasta de consumo que verifica el INDEC deberá ser reconstituida en función de esas modificaciones. Determinados tipos de consumos ya no se realizarán con tanta frecuencia, como por ejemplo los bienes de usos durables y los servicios que no sean estrictamente imprescindibles.
La racionalización crítica a la cual nos referimos cuando hablamos de estas restricciones son producto de la eliminación de las “compras compulsivas”, como Paul Krugman las llama a las que se producen en los sistemas de distribución como el de Amazon.
Esta situación tan particular se produce por una combinación del efecto recesivo y del sistema de precarización laboral a nivel transnacional. La precarización laboral nos lleva a que los consumidores que erogan todo su salario en consumo estudien y verifiquen cada uno de los mismos de modo tal de contribuir a cubrir el endeudamiento familiar o realizar mínimos ahorros.
A nivel internacional, el consumo de productos primarios y productos materiales terminados serán los más requeridos en el sistema de comercio internacional, lo que permitirá si existe una buena administración del comercio exterior por parte de la autoridad política de la República Argentina el incremento del saldo comercial que a su vez acumulará divisas para el pago de la deuda externa refinanciada. De otra manera será imposible sostener el endeudamiento actual.
César Augusto Fernández