La demanda de bienes
Martes 27 de octubre de 2020
La demanda de bienes en la Argentina se ha deprimido por varias razones que pasaremos a describir: primero, la caída de los salarios; a enero de 2020 era en el orden del 17%; en la actualidad, podemos decir que la capacidad de compra del salario tiene un 22% de disminución. Siempre hemos dicho en estas líneas, desde principios de 2018, que estábamos viendo una situación inédita desde la hiperinflación de 1975. Siempre todas las hiperinflaciones se generaron por una fuerte modificación en el tipo de cambio y un ajuste severo de los precios relativos que implicó una caída del salario que a su vez generó una recesión.
El segundo lugar siempre hemos visto que la inflación o la hiperinflación fue el primer paso de una fuerte recesión que ajustó los precios relativos. En la actualidad, estamos enfrentados a la peor recesión y caída del producto que haya tenido la economía argentina desde que estas variables se miden, pero en este caso, la recesión es anterior a la inflación, lo que implica que la caída de la demanda será estrepitosa y garantizará de alguna manera cierta caída de la inflación salvo modificaciones producidas en los precios controlados (luz, gas, etc.).
Tercero, la pandemia ha producido en estos últimos siete meses un incremento del 67% de los depósitos a plazo fijo minoristas, es decir, de personas humanas, que implica que aun en esta situación aquellos que están en condiciones de ahorrar no quieren gastar su dinero y lo ahorran a una tasa efectiva anual del orden del 48%. Sí, esto es así, dado que el 31% de capitalización mensual es una tasa nominal anual vencida, si dicha tasa la capitalizamos durante 12 meses nos da una tasa efectiva como lo que antes mencionamos. Esta característica de la restricción de la demanda de consumo futuro no solo se da en la Argentina, sino que también se produce en Europa, EEUU, Canadá, Japón, Australia, etc.
¿Para qué reinterpretamos las situaciones económicas que se producen en los países centrales? Lo hacemos simple, lisa y llanamente porque nos afecta una conducta semejante que están teniendo los consumidores frente a los consumos que se realizaban antes de la pandemia. Sabemos que antes de la pandemia había un exceso de consumo y una trivialización del mismo; en la actualidad, en todo el sistema capitalista que conocemos, excepto el de China y Oriente Medio, los consumidores se han vuelto más “racionales”. Esta racionalidad es producto de la incertidumbre, y en particular en la Argentina, de la caída del salario y la falta de certezas respecto de la ocupación formal e informal en la economía.
Dado que el 70% del crecimiento del PBI en la Argentina se produce por el incremento de la demanda interna, tenemos que considerar que el rebote de la economía y su pasaje al crecimiento económico será más lento. La Argentina tendrá que resolver su problema tomando en cuenta el sector externo y aprovechando las exportaciones de commodities que tendrán un ciclo revaluativo, que está comenzando y deberá ser aprovechado por esta administración.
En el próximo artículo, nos vamos a referir a una ventaja para la Argentina que implica a su vez la posibilidad de una crisis generalizada a nivel internacional.
¿Qué significa esto que acabamos de sentenciar? Que el nivel de endeudamiento de los países centrales es aproximadamente en proporción de los productos un 150% más de lo que fuera en la crisis del 29. Esto implica que tenemos un exceso de liquidez y que las colocaciones tanto en bonos como en préstamos corporativos se realizan a tasa negativa, lo que seguramente permitirá tomar créditos de inversión a largo plazo por parte de la Argentina y de privados que deseen invertir a largo plazo en procesos productivos. Luego, la estructura de la economía mundial resolverá sus complicaciones por los niveles de endeudamiento, materia de la cual nos preocuparemos y trataremos de describir en próximos artículos.
C.A.F.