Fragmentación de precios
jueves 18 de junio de 2020
En la situación actual de la economía argentina, el proceso recesivo ha generado dos efectos; el primero, la fragmentación de los precios minoristas y de aquellos que son “inelásticos a precio” (lo que quiere decir que si se aumentan los precios de estos productos no se deprime la cantidad vendida), que en general son los precios de la canasta básica, medicamentos y algunos servicios públicos.
El segundo efecto de la fragmentación de precios es la posibilidad de que el sistema de intermediación juegue con los precios finales produciendo diversidad de precios unitarios por cada boca de expendio.
Estas dos categorías, en realidad estos dos efectos, de un proceso recesivo que genera una inflación a la baja, adicionalmente generará una adecuación tardía respecto de lo que en la Argentina tenemos como una “oferta oligopólica”.
Un oligopolio o la cartelización de la oferta es aquella que se produce en función de pocos oferentes, que pactan precios, como sucede en los bienes de consumo de la canasta básica, que tratarán bajo acuerdo de precios de obtener la máxima rentabilidad generando una transferencia de ingresos de los sectores menos beneficiados a las corporaciones oferentes de bienes primarios. Esto se puede ver porque el índice de precios al consumidor verificado por el INDEC en mayo, significó un incremento del 6,2% de la canasta básica, mediando el indicador (el IPC, que es un precio promedio ponderado), definiendo el indicador a un poco menos del 2%, es decir el 1,5.
Esta situación se ajustará en los próximos meses, en función de lo degradado de la demanda, por la caída de la capacidad de compra del salario, y un ajuste que harán las corporaciones para esta vez cambiar de alternativa, es decir, ajustar a cantidad. Lo que acabamos de significar, es que las corporaciones formadoras de precios de la canasta básica tratarán de aumentar o mantener la cantidad vendida sin modificar demasiado los precios.
De todo lo que hemos explicado anteriormente surge que nuestro pronóstico de los últimos meses será que los precios minoristas no se incrementarán generando la ficción de la depresión de la inflación significada por la peor de todas las condiciones que es la recesión. La situación antes mencionada, significa que la depresión de la demanda es el efecto de la nueva crisis económica que no solo se da en la Argentina sino en el mundo, en función de un proceso económico crítico en el sistema capitalista. Esta última afirmación está descripta por los organismos internacionales de crédito y los sistemas de control de las economías centrales. Siempre se piensa dogmáticamente que la inflación es un problema de demanda, consecuentemente la ortodoxia económica sugiere no incrementar la capacidad de compra de los salarios, lo que podrá tener una resolución de corto plazo, pero inexorablemente tendrá una muy mala resolución de largo plazo que generará, como en 1929 y 2009, una crisis financiera y de oferta que hizo subsidiar a las corporaciones y a la demanda, es decir a los salarios, para mejorar el crecimiento de los países.
EEUU es la mejor de las demostraciones (Europa, América Latina, Rusia y China también lo son) de que el sistema como lo conocemos ha generado un esquema de precarización laboral que implica la caída de la demanda verificada en seis meses que era propia de la estructura del sistema y fue revelado por la crisis del coronavirus.
Esta precarización laboral genera una contracción de las economías en función de la contracción de la capacidad de compra de los salarios en el sistema capitalista como lo conocemos. La resolución de este problema se deberá realizar a partir del incremento de la demanda como en la actualidad se está haciendo. Lo afirmado en el párrafo anterior se verifica en función del crédito que se van a dar a sí mismos los países de la Unión Europa de 700.000 millones de euros, de los cuales no se van a devolver 500.000 millones de euros.
C.A.F.