Esta sociedad reconstruida ideológicamente implicó, como diría Antonio Gramsci, una “filosofía hegemónica”.
Ha sucedido que la relación con la realidad hace que la conducta descripta por Paul Auster esté más vigente que nunca “Si nos miramos hoy día a nosotros mismos, vemos justamente lo que cabría esperar: que nosotros, “el mundo”, preferimos vivir en la miseria de la realidad que hemos creado […] antes que organizar una nueva realidad negociada”. A lo que Auster, asintiendo, responde que eso “se aplica no solo a la economía, sino a la política y a casi todos los problemas sociales que afrontamos”.
Paul Auster nos dice lo mismo que nos refiriera Simón Weiss respecto del presente y del futuro. Esta afirmación representa un aspecto de la naturaleza humana que no debemos dejar de lado de ninguna manera, porque si no lo tenemos en cuenta la construcción de las estructuras de la psicología social, como así también las respuestas a las que las organizaciones están sometidas tienen que ver con la comprensión de las respuestas implícitas en esta construcción psicológica.
Las intermediaciones realizadas por las maquinas que otros hombres programan para conculcar la libertad de los humanos que las usan implicaran la posibilidad de controlar la conducta del usuario.
En el desarrollo de los sistemas sociales complejos; el capitalismo por ejemplo, los desarrollos tecnológicos, es decir, la aplicación de la ciencia a las herramientas de la vida cotidiana hacen que los dominios implícitos se reconozcan, de mala manera, en la máquina. Una pregunta de hace 250 años: “¿Qué hacen estas máquinas con nosotros?” Las máquinas no hacen nada con nosotros, son los dueños de las máquinas quienes nos organizan para realizar determinadas conductas.
Es imprescindible para construir un sistema económico que resuelva la apropiación del valor del trabajo respecto del crecimiento y la acumulación de la renta tener en cuenta las relaciones de poder y, como nos dijera Hegel en “La dialéctica del amo y del esclavo”, la síntesis de esa contradicción será la noción que el esclavo tiene del proceso de generación de valor. Esta noción resulta incompleta pero la suficientemente duradera para que los trabajadores se empobrezcan en función de la generación de valor que con su trabajo desarrollan haciendo y cultivando una relación asimétrica en la “sociedad de la libertad”.
Para que en la actualidad se disponga de tanta cantidad de sistemas de comunicación resulta imprescindible que se generen conductas humanas respecto de la máquina. Enamorarse de una maquina inanimada genera un empobrecimiento del yo que caracteriza estructuralmente la adicción que observamos al smartphone.
Los hombres recibimos una cantidad de información inmediata que permite hacer determinadas acciones reflejas que eliminan el procedimiento crítico. Esto fue así, y nos llevamos por delante a las maquinas y no a sus dueños.
Es imprescindible que la mayor cantidad de personas disponga de un elemento comunicacional para que no se considere válido no tenerlo, esta afirmación recogida de la actual construcción social muestra que será verdad si y solo si la cantidad se expresa en una dimensión suficiente.
Todas nuestras actitudes, deberán ser igualitarias de modo tal de eliminar el espíritu crítico que nos haría discutir no solo el orden social sino el ámbito de pertenencia que nos transforma en “ciervos voluntarios” que garantiza la posición social inmovilizada a la que se somete a la importante porción de la sociedad en los sistemas modernos.
C.A.F.