Las noticias de ayer, 24 de septiembre por la tarde nos dicen que lo que originalmente se iba a pagar, un bono de $5.000 para cada asalariado, luego de tratativas con los distintos sectores involucrados se convirtió en un anticipo de futuros aumentos de sueldos. A pagar de una sola vez o en cuotas según la negociación de cada sector empresario con el gremio al que corresponda cada uno.
El dilema es determinar por donde pasa el equilibrio de una disposición de esta naturaleza. Es ocioso aclarar que cualquier suma de dinero para el trabajador es un aliciente menor o mayor según quien lo reciba, pero en todos los casos absolutamente merecido y necesario por el impacto inflacionario que se produjo, particularmente en el segmento de los precios de los alimentos.
Del lado opuesto, la industria trabajando en niveles lo suficientemente bajos como para tener dificultades, también esta sufriendo el impacto de los aumentos impositivos, de materias primas, de energía y de las altísimas tasas de interés bancarias, entre otros factores. Sumemos a estos factores uno muy importante que ya hemos mencionado y que sufren las Pymis que luchan entre sus proveedores monopólicos o cuasi monopólicos y sus clientes de un poder dominante que no admite cambios en las reglas de juego, tal como si nada pasara.
El Estado, que en principio propuso generalizar el anunciado bono y fijando una cifra que por su arbitrariedad no podía satisfacer a todos los sectores por igual, ha debido corregir la forma de pago –que iba a ser en una sola instancia-, modificación que permitira la discusión del desdoblamiento de la cifra fijada atendiendo a las características de cada sector beneficiario.
Hasta aquí pareciera que ha triunfado la razón y la equidad. Pero pareciera que no es tan asi: le translada a cada sector empresario la responsabilidad ante sus trabajadores de determinar las fechas de pago de cada cuota, cuyo numero también es discrecional y a discutir sector por sector estas dos que le proponen.
La experiencia indica que pasaran al menos dos cosas: por un lado se generaran rispideces cuando no las había, discutiendo libremente paritarias, y por otra parte este sistema traerá próximas discusiones cuando naturalmente el sector gremial pugne por no absorberlas en futuros aumentos. El sector empresario no recuperara nunca el dinero aportado al diluirse con el tiempo el que fuera “pago a cuenta”. Todos disconformes.
Tampoco es loable decir que como será no remunerativo” será mas beneficioso para ambas partes. Tal vez debería decirse menos gravoso.
Resumiendo: una cifra que puede ser de relativa ayuda para los sueldos bajos, de menor incidencia para lo medios y casi ninguna para los altos. Solamente es un monto importante para la Empresa, que debe afrontar otra difcultad que se suma a las que se enumeraban mas arriba. Otro desmedro a las finanzas y capital de trabajo especialmente para la Pymi, un nuevo deterioro a la capacidad de inversión y un acoplamiento a disposiciones que premian con el dinero de todos a una actividad no productiva como lo es la publica. Grave contradicción con el mentado fomento a la creación de puestos de trabajo productivos.
El Estado no deberia intervenir de esta manera en la economía y si permitir la libertad de mercado, basamento fundamental en un sistema capitalista que la mayoría de paises de otras latitudes ya ni siquiera discuten.
OSVALDO DAPUETO