Hace una semana se hablaba en esta columna de la pandemia que nos tiene a todos con nuestras actividades personales y empresarias muy alteradas. Pasaron siete días y el tema no vario en demasía: se produjeron lamentables perdidas de vidas y también importantes perdidas económicas. Las primeras irreparables, las otras con un horizonte por demás incierto en magnitud y en tiempo.
Esta situación ha creado una interminable sucesión de opiniones, de las cuales sólo podría hasta ahora rescatarse que estamos frente a un verdadero dilema: ¿primero la salud y después la economía? O ¿viceversa? Pareciera que el mayor de los inconvenientes se produce justamente por ser eso: es un dilema. Los problemas tienen una solución única, los dilemas tienen dos. Es ahí donde se genera el verdadero fondo de la discusión del rumbo a tomar.
Como consecuencia de tener que afrontar diversas situaciones provocadas por la pandemia, el Presidente de la Nación ha tomado una dirección, al menos al principio, de inquebrantable defensa de la salud aun a costa de cualquier medida que no resultara simpática o conveniente para el normal desenvolvimiento de la economía. Con el tiempo, se fueron prorrogando las medidas que podían ser de coyuntura. También fueron variando. Entonces la realidad lo llevo a comenzar a tomar algunas decisiones como consecuencia de infinidad de comentarios y presiones provenientes de otros sectores. Algunas de ellas comenzaban a incorporar algo de la mirada del problema económico. Muchas medidas se han tomado con el viejo sistema de prueba y error. Y no es criticable, las situaciones que se presentan son inéditas en el mundo. Lo problemático es que Argentina tiene cuestiones de fondo mucho mas graves por el arrastre de una situación de una fragilidad previa pocas veces sufrida: algunos problemas ya muy viejos, como querer afrontar el cada vez mas grande gasto publico vía impuestos y no intentar reducirlo. Otras mas actuales y a futuro, tales como la gran emisión monetaria y su impacto en el tipo de cambio, alguna decisión política de verdadera confiscación que se esta gestando en el Congreso de la Nación o la salida abrupta de la unión que se mantenía con el socio mayor con el Mercosur. Otras netamente políticas como la liberación de condenados por delitos de diversa gravedad. Hay muchas teorías al respecto pero no son motivo de análisis desde esta columna.
Por otro lado, es incontrolada la carrera de seguir sumando subsidios. Ninguna duda que son necesarios, pero cual será su tope es la gran incógnita. Por la vía de la emisión podría ser indefinida, pero consecuentemente así será el tiempo que demandara la reparación que el daño que esa emisión provocara.
Es entonces muy difícil la situación por la que se atraviesa. Esa aparente cohesión entre la población, entre las distintas facciones políticas en pos de un fin común, ya entro en zona de crisis. La discrecionalidad que se les da a los Gobernadores y estos a los Intendentes de las innumerables y tan diversas poblaciones que tiene nuestro país es de una peligrosidad aparentemente no del todo evaluada. Pero el castigo del confinamiento de los grandes centros urbanos para cuidar al máximo las consecuencias de la pandemia tampoco tienen que arrastrar a aquellas poblaciones que aparentemente corren menos riesgos de salud. Y ahí uno de los ejemplos del dilema. Esa segmentación es muy difícil, máxime en lo económico, donde el tramado de una sociedad capitalista como la nuestra y en una etapa de globalización hace que se desdibujen los limites geográficos y por ende el de sus habitantes.
Algún sector del Gobierno como el de una alta funcionaria sostiene que la pandemia es resultado de economías globalizadas neoliberales. Otros son de la idea de que los que mas tienen deben ayudar a los que menos tienen. Serán mal habidos entonces los dineros de los que mas tienen, si ese es el planteo. No es lógico que quien trabaja y paga todos sus impuestos se vea ahora castigado al tener que ayudar a quienes no contribuyeron nunca con el progreso del país. Parece que hay que premiar ahora a toda la economía informal a costa de la que aun hoy solamente recibe prestamos del Estado para que pueda pagarle impuestos. Habrá que agradecer también entonces a la AFIP, que por los próximos sesenta días no trabara embargos por deudas con ese organismo… el colmo del cinismo.
Aun despejando cualquier análisis teñido de sospecha de conspiración, el Poder Ejecutivo se debate entre una oposición bastante comprensiva y con voluntad de acompañamiento en este trance y divergencias entre sus propias filas, algunos de cuyos representantes comienzan a mostrar sus oscuros tintes ideológicos, generalmente populistas, que no son compatibles con una tradición argentina arraigada en tantos años. Tradición que fuera muy bien leída por el mayor líder político del sector que gobierna, hace ya mas de setenta años.
La pequeña y mediana empresa sufre ante todo esto y resquebraja su ya maltrecha economía. Podrá una vez mas subsistir tamaño embate? El tiempo lo dirá. Mientras tanto, habrá que aguzar todos los sentidos y apelar a todos los conocimientos para superar el mal momento por el que se atraviesa.
Osvaldo Dapuetto abril 29 de 2020