Lunes 28 de junio de 2021
La inflación promedio interanual ha sido desde 2016 mayor que la variación del salario promedio interanual.
El gráfico que nos muestra la afirmación antes realizada contradice absoluta y completamente toda la teoría monetarista porque desde el 2004 hasta el 2015 la variación de la inflación promedio interanual fue menor que la variación promedio del salario. Quiere decir que sin endeudamiento en ese período nunca el incremento salarial implicó una modificación sustantiva en la tasa inflacionaria salvo en el año 2014.
Esto, para los economistas ortodoxos, es algo que no se dice porque sostienen como si fueran los actuales manipuladores de la información, que si no se dice no existe. La fuente de la cual se obtuvo la estadística antes mencionada es la del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial, del Ministerio de Trabajo, y por supuesto, la inflación del INDEC.
En este último periodo (2016-2020), los ratios antes mencionados fueron justamente a la inversa, lo que garantizo una perdida del orden del 18% de la capacidad de compra del salario, esto impide el incremento de la demanda interna de productos.
Como hemos dicho en estas líneas, la demanda interna aporta el 70% del incremento del PBI anualizado. La inflación actualmente está en proceso de depresión y, como hemos dicho en estas líneas, por un proceso de recesión del consumo, que no solo se debe a la caída de la capacidad de compra del salario sino a una severa restricción del consumo familiar, el cual llamaremos “minorista”, que se está produciendo desde el inicio de la pandemia, en nuestro país como en otros.
El ajuste que realizan los empresarios para tratar de incrementar su rentabilidad es el proceso de deterioro salarial y depresión de la cantidad de mano de obra empleada. Esta situación hace que los que pueden consumir en razón de la incertidumbre no lo hacen y los que no pueden dejar de hacerlo, porque consumen bienes de la canasta son permanentemente desasidos por las corporaciones que forman precios.
Las decisiones de incrementar la producción en la industria primaria y de productos como la siderurgia, el cemento, el petróleo, etc., debe ser realizada por cada uno de los sectores antes que se produzcan los incrementos de consumo de bienes finales. Es por eso que se nota fuertemente el incremento de los sectores industriales a los cuales se les añade el impacto de los precios externos de los productos agroindustriales como así también las exportaciones del sector industrial a Brasil.
Esto último hará que no solo se deprima el ratio de la inflación, sino que también sea posible en el segundo semestre incrementar los salarios respecto de la inflación y generar un crecimiento del empleo asociado a esa tasa de actividad como así también algunos aspectos de la precarización que se está produciendo también en nuestro mercado laboral. Aun con todo lo antedicho, el desempleo cayó el 10.2%, aun cuando también debemos decir que para llegar a los ratios de pre-pandemia se tiene que incrementar en 100.000 puestos de trabajo la economía argentina. Hay que tener en cuenta que el sector agropecuario, si bien absorbe una mínima cantidad de empleos, los precariza fuertemente.
La OIT nos dice que Argentina del total de la población económicamente activa el 0.1% corresponde al agro, el 21.8% a la industria y el 77.9% a los servicios, lo que incluye, en el caso de los servicios, una cantidad importante de salario en negro y precarizado.
C.A.F