AYUDA A LAS PyMES O AL ESTADO?
En una de las recientes disposiciónes de la Ley 27.541 se establece entre otras medidas algunas que le son inherentes a las PyMES. Una de ellas es la moratoria o plan de facilidades de pago de todo tipo de impuesto adeudado al Fisco o al sistema previsional y que hubieran sido devengadas hasta el 30 de noviembre de 2019.
Esto viene a solucionar un problema de gran cantidad de contribuyentes que están en mora por tales conceptos y es una medida loable, a pesar de tener cierto grado de injusticia respecto a aquellos que con gran esfuerzo -hasta financiero-, han pagado sus deudas en termino.
Es importante analizar un par mas de disposiciones que pueden ser perjudiciales. Vaya como ejemplo, la doble indemnización por despido de personal desalentando la incorporación de nuevos trabajadores, y un aumento generalizado por decreto del Poder Ejecutivo que deberá pagarse con los sueldos de los meses de enero y febrero. Este anticipo, aunque se anuncie como a cuenta de futuros aumentos, en la practica establece un nuevo piso de salario mínimo de cada convenio para cuando discuta paritarias. La experiencia indica que nunca han sido tenidos en cuenta como anticipo. Esta disposición solo es un paliativo para los magros ingresos que tienen algunos sectores, y de muy poca eficacia para los que tienen sueldos altos. La idea de esta medida es inyectar aproximadamente 20.000 millones de pesos al consumo.
Podría decirse entonces que es poco relevante para quienes lo reciben, altamente costoso para los empleadores (que tendrán que adicionar las cargas sociales) generando un gasto no previsto que se agrega a sus exhaustas cajas, máxime en esta época del año. Lo que puede asegurarse es que habrá un gran ganador: el Estado. Porque es ese Estado que si bien deberá pagar a sus empleados, todavía no se sabe cuanto, la diferencia con la actividad privada es que esa masa de dinero, por la lógica avidez del trabajador, va directamente al consumo y por consecuencia a la recuperación via impuestos de entre un cuarenta y cincuenta por ciento. Es decir, en principio, el que se queda con la mitad del aumento es el propio Estado en ambos casos. A esto habría que sumar los ingresos por cargas sociales que también reciben reciben sus arcas.
Esta situación podría graficarse imaginariamente como que el universo empleador-asalariado-Estado, están en un area perfectamente delimitada y aislada y que dentro de el se transfiere el dinero de un sector a otro, modificando su ubicacion pero sin que se altere la disponibilidad de la masa de dinero, salvo para una de las partes, el Estado, que siempre se queda con una parte sustantiva de esa masa de dinero que circula y que para colmo, se lleva. Pareciera que esta no es la forma mejor de solucionar el desequilibrio fiscal. Justamente, el progreso real se daría si dentro de ese perímetro virtual se inyectara dinero de origen genuino, sea por generación de riqueza o por la disminución del gasto publico, algo que nadie se anima a mencionar. Tampoco es positiva la emisión monetaria como fuente alternativa. Ya se sabe cuales son sus consecuencias.
Esta visión parcial de los problemas económicos que se enfrentan a diario son consecuencia de la toma de medidas aisladas, tal vez en el mejor de los casos, apropiadas para un plan económico integral que al momento lamentablemente se desconoce.
Osvaldo E. Dapuetto