Viernes 1 de mayo de 2020
El índice de precios al consumidor de España descendió un 0,7%, lo cual muestra que la deflación existe por la falta de demanda, aun cuando en los precios de la canasta básica, en España, volvemos a repetir para no confundir a nuestros lectores, subieron un 1,7%. Esto significa que, como dicen los economistas, hay ciertos precios que son inelásticos, es decir que responden poco al incremento de precios, lo que implica que al aumentar los mismos la cantidad no se deprimirá en su demanda, esto sucede con los precios de la canasta básica y alimentos en todas las economías. En la Argentina, si bien los porcentajes son mayores, los precios de la canasta básica se incrementan más allá de los precios promedios del IPC.
Esto implica que en todas las economías los oferentes de los precios de la canasta básica especulan con la imposibilidad de dejar de comprar alimentos y otros productos, como por ejemplo, los medicamentos.
Esta descripción nos permite hablar de que hay procesos especulativos por parte de los oferentes de determinados bienes y servicios. Las tarifas, por ejemplo, son bienes que representan un monopolio natural, dado que no podemos cambiar de servicio de energía eléctrica porque especulamos que hay precios mejores en otros servicios. Esto, como hemos dicho ya en estas líneas, son monopolios naturales, por eso el precio del servicio se llama tarifa.
Cuando la estructura de la oferta es oligopólica, como por ejemplo la de los proveedores de alimentos en la economía argentina, lo que tenemos es un acuerdo de precios que carteriza la oferta y define los precios y cantidades del mercado generando como vemos una práctica inflacionaria.
La recesión a la cual nos ha sometido la política gubernamental en los últimos cinco años ha generado un sistema de precios organizado a través de la cotización del dólar. Esta ficción se ha degradado en los últimos meses, pero la cartelización de la oferta de bienes sigue vigente, por eso es que recién en los próximos meses tendremos una depresión de los precios, es decir, del proceso inflacionario pero solo producto de una patología económica muy superior que es la recesión, acompañada por la degradación de la demanda como nunca se ha visto en el sistema capitalista a nivel nacional e internacional.
Vamos a tener una caída en el primer trimestre del 6,2% del producto bruto. El sistema como tal se ha degradado a nivel nacional e internacional en los últimos 40 años, solo a costo del ajuste en los momentos críticos de la mano de obra, tanto en Europa, Inglaterra como en Estados Unidos.
Durante el año 2019, hemos visto que la precarización laboral elegida por la política dominante desde el punto de vista económico ha sido un colchón para ajustar la mano de obra en caso de crisis, esto se demuestra grotescamente en el proceso de desocupación que está produciéndose en EEUU, que llevará a un desempleo del orden del 20%. En ningún caso los economistas que manejan la política económica y monetaria en EEUU piensan que una caída de la demanda general puede ser un problema porque su interpretación deviene de la escuela monetarista de Chicago de la década del 60. De hecho, muy mal aprendida por los economistas (su no aprendizaje es intencionado y tiene que ver con el beneficio de las corporaciones) dado que Milton Friedman nunca pensó que bajar los sueldos e incrementar la desocupación significaba que la economía en general podía crecer e incrementar la demanda global.
Esta mala deducción de los trabajos de la escuela de Chicago significa que en la actualidad la degradación del valor al interior de las economías desarrolladas llegará al orden del 6% en el primer trimestre de 2020, lo cual será una catástrofe en función de lo que les espera a las relaciones que deberán existir en el futuro entre las monedas principales de reserva de valor a nivel mundial.
C.A.F.